En los inicios del siglo
XVII, durante el reinado de Enrique IV (1589-1610) la preocupación de la
monarquía fue la reconstrucción de las ciudades, asoladas por las guerras de
religión y civiles entre católicos y hugonotes y que rematan cuando Enrique IV
se convierte al catolicismo (“París bien vale una misa”) en 1593.
París debe recuperarse
como capital indiscutible y ser el lugar que ofrezca a nobleza y burguesía
mayor seguridad que la antigua ciudad medieval.
Con formas simples y elegantes, surgen grandes
plazas en torno a las cuales se disponen viviendas particulares: Plaza de los
Vosgos (1605), Plaza del delfín (1607), Place Vendôme, todas con una clara
simbología absolutista.
Tomando como modelo la Plaza
de los Vosgos, todas las viviendas tienen fachadas uniformes, configurando una
amplia plaza de planta cuadrada presidida por la efigie del rey. Este modelo se
extiende a todas las ciudades francesas.
En la ciudad se abren
anchas avenidas radiales, convergentes hacia las plazas.
Con Luis XIII y el
cardenal Richelieu se consolida la monarquía absolutista francesa y parís, con
la mejora de la economía, se llena de obras de Lemercier y Mansart, los grandes
arquitectos que reinterpretan el barroco italiano y crean “hoteles” o viviendas
y elegantes palacetes con jardines.
Jacques Lemercier (1585-1654) se formó en Roma. Luis XIII le encargó
la ampliación del Louvre. Lemercier fue el arquitecto que mejor asimiló las
formas del barroco italiano, sobre todo siguiendo el modelo del Gesú de Roma.
En 1636-1642 realiza la Iglesia de la Sorbona de París, inspirada en los
modelos romanos, con fachada dispuesta en dos órdenes superpuestos y planta con
una magnífica cúpula central.
Place Vêndome |
Su prestigio le convirtió
en arquitecto de moda.
François Mansart (1598-1666), arquitecto fecundo, realiza proyectos importantes como el
Castillo de Blois para el hermano del rey o el de Maissons-Laffitte.
Con la llegada al poder de
Luis XIV en 1661, el deseo de dotar de grandiosidad a la arquitectura francesa
lleva a fundas numerosas academias de Artes. La expresión del Absolutismo se
consigue en arquitectura con modelos lógicos, claros y monumentales, pero sin
excesos. Este “clasicismo francés “oficialista es una forma más del barroco.
Plaza de los Vosgos |
Jules Hardouin-Mansart , protegido del ministro Colbert , es nombrado
arquitecto real en 1675. Sus obras más importantes son las Place Vendôme y la
de las Victorias en París y la iglesia de los Inválidos o la Capilla de
Versalles.
La Iglesia de los
Inválidos presenta planta de cruz griega con capillas circulares en las
esquinas, que comunican por estrechas aberturas con el cuerpo central. El altar
mayor es una variante del baldaquino de Bernini. El exterior, más clásico,
desarrolla la verticalidad y está dominado por la grandiosa cúpula.
En Versalles se convirtió
en el principal arquitecto y además de en la capilla o en el edificio
principal, participó en la construcción del Grand Trianon.
El barroco italiano fue
rechazado en Francia, al igual que los tres proyectos de Bernini para la
reforma del Louvre. Perrault en
cambio desarrolla un proyecto de marcado aspecto clasicista, con un cuerpo alto
de columnas pareadas, en contraste con los ricos interiores.
EL BARROCO CORTESANO FRANCÉS:
VERSALLES
Frente al Barroco italiano y español que son
esencialmente religiosos, el francés será sobre todo cortesano, es decir,
impulsado por los reyes y su gobierno. De esta manera reflejan su poderío y su
influencia sobre las gentes basándose en el hecho de que gobernaban por derecho
divino.
En este sentido el monarca que más se
distinguió fue Luis XIV que incluso llamó a Bernini para que colaborara con el
gran proyecto de construcción del palacio de la corte, proyecto que nunca se
llegó a realizar aunque sí otro totalmente distinto que se iba a convertir en
el símbolo de su inmenso poder: Versalles, construido entre 1660 y 1680 en
proporciones gigantescas y enmarcado por un extraordinario jardín lleno de
árboles, terrazas, estanques de varios kilómetros cuadrados de extensión.
Su barroquismo está más en las proporciones que
en los detalles ornamentales,pero con todo es el símbolo del Barroco francés.
En tiempos de Luis XIII era un pabellón de caza pero Luis XIV vio en el lugar
el más apropiado para plasmar su absolutismo y con la idea de construir algo
que dominara la naturaleza. Llama a Louis Le Vau que construye el bloque
central en forma de U y con elementos tan clásicos como el almohadillado en la
base, columnas jónicas en el medio y pilastras y otros motivos decorativos
secundarios que son los que rompen la monotonía de una fachada que por ser tan
amplia con formas clásicas quedaría demasiado austera.
Las habitaciones reales están en pleno eje
central del conjunto, siguiendo la simbología centralista de la monarquía
francesa.
La Capilla, construida por Hardouin-Mansart,
es independiente del palacio. Lleva una tribuna con columnas destinada a que el
monarca siguiera desde aquí los oficios religiosos. Aunque muy lejos de ser
medieval, su estructura y distribución se inspira en las iglesias de este
período.
El conjunto más impresionante de palacio es
el llamado gran apartamento que comprende ocho salones, cada uno decorado con
una iconografía diferente siempre con la misma idea de resaltar la monarquía
absoluta. La mayoría de estos salones fueron decorados por un gran equipo de
arquitectos, escultores y pintores dirigidos por Le Brun. Es Le Brun el que realiza el Salón de los
Espejos (1678), en el primer piso en el centro de la fachada que mira al
parque; el jardín entra por las ventanas y se refleja en los espejos que cada
una de ellas tiene enfrente. Arquitectura y paisaje se funden en un espectáculo
sin precedentes de impresionantes juegos lumínicos.
Salón de los Espejos y todo el conjunto de
Versalles hacen alusión al Sol por ser éste un símbolo de la monarquía absoluta
de Luis XIV. Es un pequeño universo cuyo centro estaría situado en el parque,
en la Gruta de Tetis. Allí el Sol descansaría después de haber dado la vuelta
la Tierra y esto quedaría plasmado en un grupo escultórico hecho por Girardon.
La idea y trazado del magnífico jardín se debe al diseñador de jardines Le
Notre que también diseñó el de Hampton Court en Inglaterra o el de la Villa Doria
Pamphili en Roma entre otros. Es un jardín de trazados regulares, en plazas con
terrazas con surtidores y parterres geométricos que parecen extenderse
infinitamente.
Todo el conjunto causó gran impacto en Europa
y cada príncipe o rey deseó tener su propio Versalles lo que provocó la
transformación de ciudades y paisajes.
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