ESCULTURA Y PINTURA
Al igual que la
arquitectura, la escultura y la pintura pretenden encarnar un mundo simbólico y
eterno. Los temas representados más habitualmente son los faraones y los
dioses. Relieves y pinturas narran sus hechos gloriosos.
Desean encontrar
la llave a la eternidad a través de las imágenes y para construir un modelo
inmutable prescinden de todo lo accesorio o cambiante que hay en la naturaleza.
Someten la naturaleza a la geometrización de las formas para representar la
idea abstracta de eternidad.
Los elementos
del arte egipcio se mantienen inalterables con el paso de los siglos. Los
personajes importantes, dioses y faraones, se representan en mayor tamaño
siguiendo la perspectiva jerárquica que proporciona el tamaño a las figuras
según su importancia social, y también con reglas más rígidas. Igual sucede con
imágenes funerarias que deben servir de soporte del ka o parte espiritual de
los hombres. El resultado son imágenes hieráticas que siguen una estricta ley
de frontalidad que obliga a representar las diferentes partes del cuerpo desde
el punto de vista más comprensible o característico, aunque sea antinatural. De
esta forma se suele representar la cabeza de perfil, el ojo de frente, la nariz
de perfil, el cuerpo de frente y las piernas de perfil. Lo mismo ocurre con las
proporciones o medidas del cuerpo que se someten a un rígido esquema geométrico
que sigue una plantilla cuadriculada en la que se van disponiendo las distintas
partes del cuerpo. Incluso el movimiento se representa con convencionalismos,
reflejando así más un concepto o idea que el movimiento en sí. Con escenas u
objetos de la vida cotidiana, las reglas de representación se relajan
alcanzando mayor viveza.
La profundidad
no existe y se reproduce mediante la repetición de siluetas escalonadas. Los
colores son planos y las figuras carecen de volumen. Las escenas con muchas
figuras se disponen en franjas horizontales.
Otros
convencionalismos, como representar a los hombres con la piel más oscura, o el
hieratismo de las figuras no suponen ningún problema para que los artistas, poco
considerados socialmente, realizarán maravillosas obras que reflejan una gran
capacidad de observación de la naturaleza.
ESCULTURA
La abundancia de
piedra permitió la elaboración de estatuas que llenan tumbas y templos. Las
piedras más duras son para realizar imágenes de dioses y faraones. Las figuras
que van de pie, adelantan una pierna, en una rígida postura. Los brazos pegados
al cuerpo, con el antebrazo hacia el frente, regidos por la ley de frontalidad,
son estatuas que pretenden evitar roturas para que el ka no pierda su soporte.
Las figuras sedentes llevan las piernas muy juntas y los brazos pegados al
cuerpo por la misma razón.
Paleta de Narmer, uno de los primeros ejemplos de relieve egipcio |
En la escultura
exenta llegan a tal grado de compacidad que incluso se realizan estatuas
bloque, metidas en un cubo. Los personajes de menor categoría social muestran en
cambio una mayor flexibilidad.
Uno de los
primeros ejemplos de escultura es Jefrén,
en diorita. También la tríada de
Mikerinos ,altorrelieve en diorita, posterior , es una escultura realizada
con enorme sensibilidad a pesar de la rigidez de las figuras, el faraón y las
imágenes de la diosa Hathor y una figura
alegórica de una provincia (nomo de Cinópolis), ambas mujeres que llevan un
vestido que deja transparentar su anatomía.
Más parecido con
el original demuestran aquellas esculturas que representan a otros personajes
como la escultura del príncipe Rahotep y
su esposa Nofret. El hombre tradicionalmente se representa con la piel más
oscura que las mujeres, otro convencionalismo.
El realismo se
acentúa en la escultura de Cheik
el-Beled o el Alcalde del pueblo, en madera, con rasgos muy
individualizados o en los escribas
sentados como del Louvre, que concentra la mirada atentamente en su oficio
y se le representa en la acción de escribir.
Durante el
Imperio Medio se continúan los modelos anteriores de estatuas de faraones que
muchas veces aparecen en los templos realizados en dimensiones colosales.
Al comenzar el
Imperio Nuevo llegan influencias orientales que suavizan las formas. Pero se
siguen repitiendo las estatuas colosales y repetidas de los faraones como los
de Amenofis III conocidos como los
Colosos de Memnón. También las avenidas de esfinges sustituyen a los árboles
en la entrada de los templos.
Esta evolución
culmina en la revolución de Tell-el-Amarna. El faraón Amenofis IV se proclamó a
sí mismo sacerdote supremo e impuso el culto a un único dios, el disco
solar Atón. Trasladó la capital a Amarna
y se alejó así de la poderosa casta sacerdotal de Amón. Cambió su nombre por el
de Ajenatón. Este brusco cambio en la vida y la religión egipcias se traslada a
las artes. Se representa a menudo al faraón con rasgos deformes o exagerados,
rostros finos, cráneos apepinados, las mujeres acentúan sus curvas . Se
representa a menudo con su mujer, la bella Nefertiti y sus hijas, en escenas
familiares. Quizás el mejor ejemplo de este período sea el busto de Nefertiti.
Máscara de Tutankamón |
Pero este
período es un paréntesis y tras la muerte del faraón se vuelve al culto a Amón
aunque no desaparecen de todo la alegría y espontaneidad de ese período como se
puede ver en la tumba de Seti I.
Ramsés II fue el
gran constructor de su época. Realiza dos hipogeos colosales en Abul Simbel.
Uno dedicado a su esposa Nefertari y el otro lleva cuatro estatuas colosales
del mismo Ramsés en su fachada.
PINTURA
La pintura se
realiza al temple y con una reducida gama de colores planos. Las pinturas re
realizan con gran perfección y a veces también con gran naturalismo como es el
caso de las pinturas de Meidum: Las ocas.
En el Imperio
Medio cada vez con mayor frecuencia las pinturas aparecen decorando
enterramientos o hipogeos, representando múltiples personajes en actitudes
diferentes.
En el Imperio
Nuevo las tumbas se llenan de frisos que expresan sentimientos y los procesos
que allí tenían lugar. Las tumbas reales son más rígidas y simbólicas.
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