El Arte del siglo XX
recoge la forma de concebir el mundo muy similar a la actual del siglo XXI, nuestro modo de vivir y nuestra
comprensión de lo que nos rodea.
Es un siglo de cambios acelerados. El progreso técnico hace que el mundo
esté en cambio permanente: la electricidad, el motor de explosión, el metro, el
teléfono, la fotografía, el cine ya desde finales del XIX; la energía nuclear, la revolución en transportes como el aéreo hacia mediados de siglo, la integración de la mujer al mundo laboral, las democracias occidentales, los organismos supranacionales; en el último tercio de siglo Internet y la
revolución en las comunicaciones y el mundo de la información. Las nuevas
teorías, la de la relatividad en física, el psicoanálisis freudiano
revolucionan las ideas anteriores sobre el tiempo y los individuos.
En el mundo político se
viven intensos cambios también. El declive de Europa tras la Primera Guerra
Mundial, los movimientos totalitarios, la Revolución rusa, la consolidación de
Estados Unidos y Japón como nuevas potencias son hechos trascendentales de
nuestra historia reciente. . La Segunda guerra mundial pone de manifiesto la
debilidad del orden establecido tras la primera gran contienda. En el mundo
económico, el capitalismo se impone como sistema de producción, aunque gran
parte del siglo se opone frontalmente al modelo comunista.
En el terreno
artístico la innovación en todos los campos de expresión define el siglo.
Las vanguardias,
primeras experiencias artísticas del siglo, son fruto de las nuevas vivencias.
Al igual que los
rápidos procesos técnicos y científicos, el arte rompe con los
convencionalismos del pasado y se expresa a través de nuevas formas y
materiales.
En la pintura se
destruye la perspectiva renacentista, se usan colores arbitrarios respecto a la
naturaleza, la abstracción sustituye a la figuración y nuevos materiales rompen
con la tradicional idea de pintura dando origen a nuevos géneros como el
collage o los ready-made.
En la escultura, los
nuevos materiales trabajan con nuevos enfoques los volúmenes. Ya no solo se
trabaja talla y fundición sino el ensamblaje de piezas, como si de objetos
industriales se trataran.
En arquitectura el
salto dado es espectacular ya que se revoluciona al mismo ritmo vertiginoso en
el que crecen las ciudades. El rápido crecimiento urbano hace urgente la
necesidad de urbanizar, de planificar espacios para la industria, para la
presión demográfica o para evitar
el impacto de la especulación del suelo. El arquitecto ha de ser ingeniero y
diseñador y tener una visión global de las nuevas necesidades.
Es importante tener
presente la fecundidad y originalidad del arte contemporáneo, cuyas corrientes
se suceden tan rápidamente como los cambios tecnológicos, cuya duración a veces
es tan efímera como las modas pero que reflejan la compleja realidad del mundo
en el que vivimos y evidencian la gran capacidad creadora del hombre.
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