jueves, 25 de febrero de 2016

PINTURA DEL CINQUECENTO: LEONARDO, RAFAEL Y MIGUEL ÁNGEL

PINTURA DEL CINQUECENTO, LA ÉPOCA DE LOS GRANDES GENIOS: LEONARDO DA VINCI, RAFAEL Y MIGUEL ÁNGEL.
Ya hemos hablado de las circunstancias especiales que dieron lugar a una de las épocas más brillantes en toda la historia del arte occidental, toca ahora pararse en sus grandes figuras, casualmente todas ellas se dedicaron en mayor o menos medida a la pintura, sin dejar de lado otras disciplinas. Leonardo y Rafael fueron ante todo pintores y Miguel Ángel se sentía sobre todo , escultor.


Leonardo da Vinci (1452-1519) sienta las bases de la pintura del siglo XVI. Nace en 1452 pero supera la tradición pictórica del siglo XV. Los grandes logros teóricos: lienzo, óleo, perspectiva, nuevas temáticas, se  habían fijado desde el siglo XV y en el XVI los artistas se dedican a profundizar, a ensayar nuevas técnicas y en la pintura se van a centrar en el estudio de la luz, la luz que crea un ambiente, la atmósfera que desdibuja los contornos y degrada los colores en la distancia. Es la llamada perspectiva aérea.

Leonardo da Vinci  nació en una aldea Toscana, hijo ilegítimo de un notario, pronto dio muestras de su inusitado talento en el taller de Andrea Verrocchio donde recibe una completa formación que le hubiera bastado de haberse conformado con los límites habituales de cualquier artista. Pero Leonardo era un genio. Su inteligencia fue objeto de admiración entre sus contemporáneos. Destacó en diferentes campos, como en la ingeniería o la música . Observó la naturaleza para desentrañar sus misterios, diseccionó cadáveres para estudiar la anatomía. Parecía no existir nada que no despertase su curiosidad desde el desarrollo de un feto al vuelo de las aves.
Leonardo se esforzó en dignificar la pintura como arte liberal y considerar su proceso manual como lo era el escribir en relación a la poesía. Viajó incesantemente de una corte a otra, de Florencia a Milán, de Milán a Florencia, a Roma y finalmente a la Francia de Francisco I donde murió en 1519.
Todo el lenguaje pictórico del siglo XVI tiene su base en Leonardo da Vinci. En El Bautismo de Cristo de Verrochio, Leonardo colabora y pinta el ángel y probablemente también colabora en el paisaje. Leonardo prescinde del contorno de la figura y difumina los rasgos, envolviéndola en la atmósfera circundante. Es la luz y no la línea a que hace surgir las formas. Tiene muy en cuenta el color en la teoría pero en la práctica lo usa muy poco centrándose más en la atmósfera que envuelve los objetos. Representa los objetos más oscuros cuando están alejados del espectador, menos oscuros y al revés, los objetos más claros al alejarse, deben oscurecerse. Llegó también a la conclusión de que las sombras no son totalmente negras sino azuladas, conclusión a la que los impresionistas llegarían casi 400 años más tarde.
Con el retrato de Ginebra Venci nos demuestra como la luz es el elemento fundamental. Leonardo escoge una gama cromática más limitada que la de sus coetáneos: pardos, grises, verdes aceitunados, tierras etc. Del modelado duro y contundente  del Quattrocento pasa a sugerir las formas, la cabeza se enhebra con el árbol.

Leonardo realiza una Epifanía, la de los Uffizzi, donde realiza un esquema compositivo triangular, donde los personajes se sitúan en un semicírculo abierto al espectador. Esta composición va a ser característica del Clasicismo Renacentista. Leonardo en lugar de concebir el cuadro como una retícula en la que luego acomoda la figuración , primero sitúa las figuras y luego marca las líneas de profundidad.

Para Leonardo las obras de arte eran un modo de investigación de la naturaleza que tanto le atrae y tanto le gusta observar. Esto fue determinante para que dejara sin concluir algunas obras, como esta Epifanía.
Da Vinci aplicaba sobre el lienzo una base blanca y luego graduaba los colores por encima en una fusión lenta y gradual de la luz a la sombra, la técnica conocida como difuminado o sfumatto. La luz se convierte en protagonista de cuadro. Las figuras y el fondo parecen fundirse en esa lenta gradación de los perfiles difuminados lo que aporta a las figuras un aire poético y al fondo, un ambiente melancólico.
Las figuras de sus cuadros están en movimiento o en actitudes que parecen aportarles vida propia

Leonardo vivió en Milán entre 1481 y 1499 trabajando en la corte de Francesco Sforza y luego para la de su hijo Ludovico el Moro, para quien realizó fortificaciones, organizó festejos y se dedicó a la investigación de múltiples disciplinas, desde la geología a la anatomía pasando por la música o el urbanismo. Puede que a esta etapa milanesa se deba la realización de una obra que tiene dos versiones conocidas, una en el Louvre y otra en la National Gallery: La Virgen de las Rocas. Con toda seguridad la que se puede atribuir enteramente a la mano de Leonardo es la del Louvre. Esta obra es uno de sus cuadros más herméticos de Leonardo. Los personajes componen un triángulo muy equilibrado, en el vértice, la Virgen. El ángel, San Juan y Jesús en una naturaleza rocosa y cargada de brumas más propia del norte. La atmósfera da unidad a la escena. En la zona cavernosa sitúa un foco de luz. Puede que esta alusión a la caverna tenga una carga filosófica y cristiana a la vez. El ángel nos señala al niño Jesús, que bendice a San Juan, protegido bajo la mano de la Virgen, todos los personajes van conectados entre sí. En esta obra Leonardo ofrece, a través de una atmósfera difusa, coloreada y envolvente, su concepción de la belleza.
La otra gran obra de Leonardo en Milán es la Santa Cena del refectorio del convento de Santa María delle Grazie. (1495-97). Leonardo rechazó elegir el fresco, técnica convencional para pintura parietal y prueba a pintar al temple sobre estuco, pero al secar a diferentes velocidades se le cuartearon todos los colores. Leonardo plantea la escena de una forma novedosa. Se vale de la perspectiva lineal para crear la sensación de una prolongación del espacio real. Coloca un foco de luz al fondo y otro a la izquierda añadiendo al espacio, la atmósfera. En palabras de Gombrich “Nunca se había mostrado con tanta fidelidad y tan lleno de vida el episodio sagrado. Era como si se hubiera añadido otro comedor(…). No había nada en esta obra que se asemejase a las viejas representaciones de este asunto(….) Había algo dramático y angustioso en ella.” Leonardo escoge el momento del anuncio de la traición . Recoge las diferentes reacciones de los apóstoles, unos discuten , otros reaccionan con inocencia o gestos de protesta. San Pedro, dice Gombrich, se precipita hacia San Juan (a la derecha de Cristo) impetuosamente. Como si murmurase algo al oído de San Juan, inadvertidamente empuja hacia delante a Judas. Judas no está separado y ahí la novedad, pero parece aislado. Leonardo deja en sombra su rostro, no habla ni se comunica con nadie. Agarra fuertemente la bolsa con el dinero de la delación y parece buscar la sombra de la sospecha , contrastando así con la serenidad de Cristo.  En la composición del cuadro no hay nada caótico a pesar de la agitación. Todo está calculado. Grupos de tres en tres , formando cuatro grupos interrelacionados. La grandeza de la obra no reside sólo en la perfecta composición o en el dominio técnico si no en la profunda penetración de las conductas humanas. En palabras de Gombrich, La última cena sigue siendo uno de los grandes milagros debidos al genio del hombre.
En 1499, Leonardo regresa a Florencia y más tarde viaja a Francia para trabajar a las órdenes de Francisco I, donde finalmente muere.

Con la obra Santa Ana, La Virgen y el Niño culmina la búsqueda de la belleza.


La Gioconda encarna el prototipo de retrato leonardesco. A pesar de basarse en retratos anteriores de Verrochio y de que él mismo ya había planteado retratos que representaban hasta la cintura y las manos, ningún otro retrato anterior tiene el sentido vital de La Gioconda. El retrato se realiza con el típico sfumatto y con la gama de colores preferidos por Leonardo. El modelado es mórbido, la mirada viva, la sonrisa indefinida, que surgen de las luces y no de las líneas de contorno, aquí inexistentes. La figura se sitúa ante una ventana abierta a un paisaje rocoso. El retrato está formado por dos mitades, la derecha muestra la figura frontal, en primer plano, próxima al espectador mientras el paisaje se aleja hasta una línea de horizonte muy elevada. La mitad izquierda tienen la línea de horizonte a diferente altura que la derecha  y la figura aparece ligeramente ladeada hacia el fondo pareciendo más erguida por la izquierda. La figura parece viva, vibrante, en armonía con un paisaje cargado de brumas, envolvente y cambiante. El pintor trabaja con sfumatto especialmente las comisuras de los labios y los bordes de los ojos. También llama la atención la delicadeza en el modelado de las manos o las arrugas de las mangas . Su sonrisa enigmática parece encarnar al ser humano en perfecto equilibrio con la naturaleza. A pesar de ser una sencillísima composición triangular es una de las más grandes obras del arte universal.

Leonardo es el primer artista del Renacimiento que bien lejos de inspirarse en modelos de la Antigüedad clásica, rompe la tradición del Quattrocento y abre el camino del arte del Cinquecento.
Rafael di Sanzio nació en Urbino en 1483.Ya de su formación en Urbino adquiere la técnica del óleo y la influencia flamenca en el gusto por el paisaje. Muere en 1520 pero en su corta vida llegó a poseer un estilo que será imitado durante cientos de años. Su carácter dulce , en contraste con Leonardo y Miguel Ángel, hizo que pronto le surgieran mecenas dispuestos a ayudarlo y promocionarlo. Discípulo de Perugino, asimiló su estilo en obras como los Desposorios de la Virgen, en la Capilla Sixtina donde aunque parece someterse a las rígidas leyes de la perspectiva, dota a sus figuras de mayor corporeidad.  De la pintura de Leonardo, una vez instalado en Florencia, adoptó la técnica del sfumatto, los efectos de claroscuro, los paisajes y los escorzos, incluso a veces el esquema triangular . Sus obras se dotan de equilibrio, armonía y serenidad, encarnando así el clasicismo renacentista .
 En Florencia pinta numerosas Vírgenes o Madonnas, con composiciones triangulares, sencillas,  a veces incluyendo paisajes, que recogen una belleza idealizada, cargada de dulzura muy lejos de los complejos conceptos iconográficos de sus contemporáneos. Al sfumatto leonardesco le añade la preocupación por el color.
Destacan la Virgen de la Sagrada Familia, la Virgen del Jilguero.
                                       
Madonna del Gran Duque, su rostro de belleza serena refleja una gran plenitud vital, el modelado de la figura  se funde con la sombra y sentimos el volumen de su cuerpo al envolverse en el manto que cae con soltura desde los hombros, sostiene al niño tierna pero firmemente lo cual conduce a un equilibrio perfecto que estriba en la armonía de todos los detalles sin que en la composición tan sencilla haya nada de forzado o artificioso.





En 1508 llega a Roma y el conocimiento de la obra de Miguel Ángel , con su estilo grandioso y monumental, va a influirle de manera decisiva. Es entonces cuando Miguel Ángel estaba empezando a pintar la Sixtina y Bramante estudiaba la planta de San Pedro. En Papa Julio II muy pronto le encuentra trabajo. Entre 1509 y 1511 se dedica a pintar la Estancia Della Segnatura, manifestación doctrinal de la concordia entre paganismo y cristianismo, tan característico del humanismo de Julio II y León X. Los temas tratados son Las escuela de Atenas, El triunfo del sacramento, la Expulsión de Heliodoro, El Parnaso y otros.  Todos estos temas se reafirman en la convivencia entre Iglesia y la filosofía y ciencia de la Antigüedad.
La disputa del Sacramento presenta un plano terrenal y uno celestial en una composición cerrada que produce impresión de grandiosidad debido a la multitud de personajes con que cuenta y cuyas actitudes son bastante movidas. Esta estancia representa una alegoría: se refiere a un principio teológico y en ella se aprecia la influencia de Miguel Ángel no sólo en la violencia contenida de algunos personajes (entremezclándose con la dulzura rafaelita que nunca olvida)  si no en la anatomía marcada de algunos grupos
En La Escuela de Atenas quiere fundir arquitectura con figuras buscando una unidad perfecta. Ha desaparecido la rigidez y las figuras se mueven en una arquitectura inspirada en Bramante  de forma espontánea. Pretende también unir presente y pasado pues si bien las figuras centrales son Platón y Aristóteles son los retratos de Leonardo y Bramante y se representa a sí mismo en la parte derecha y a otros muchos contemporáneos como filósofos de la Antigüedad clásica y de la Edad Media. Todo el conjunto de la escena es una alegoría de la filosofía.
La segunda sala que pinta es la Sala de Heliodoro que resulta una síntesis de la historia de diferentes Papas , sobresaliendo en todos ellos el movimiento, a veces incluso violento, mientras el ambiente que los rodea es majestuoso y severo. 
La tercera estancia es la llamada del Incendio del Borgo que es sin duda la más violenta y dramática y en consecuencia la que acusa más influencia de Miguel Ángel. De nuevo en esta sala Rafael quiere fundir presente y pasado fundiendo personajes contemporáneos con héroes del pasado. Al lado del gran dramatismo de la escena hay un sentido imaginativo del autor , que quizás influido por el estilo de sus maestros, se separa así del clasicismo tan habitual en su pintura: Sitúa la escena principal, la del milagro, en el fondo, lo que constituye una ruptura del clasicismo y sus normas que convierten a esta obra en una obra manierismo.





La realización de la estancias le llevó mucho tiempo pero las alternó con otras realizaciones , como la Madonna Sixtina , que a diferencia de las primeras , aquí usa un esquema romboidal.


Rafael también cultivó el retrato realista pero equilibrado con gran penetración psicológica: El Cardenal, Baldassare de Castiglione o su propio autorretrato son buenos ejemplos , con fondos lisos y dotados de cierta dulzura.
Rafael murió joven pero la influencia de su pintura perduró no sólo en la pintura italiana si no en la europea en estilos posteriores.
La transfiguración, obra más manierismo de Rafael

Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) se consideró escultor ante todo. Como pintor se formó  en el taller de Ghirlandaio estudiando a Massacio y a Giotto, los pintores más escultóricos. Pero a pesar de sentirse escultor pasó largas etapas de su vida dedicado a la pintura. Ya en su etapa florentina de juventud realiza el Tondo Doni,1498-1500,  una representación de la Sagrada Familia. Rompe con la tradición no adaptándose al marco. La Sagrada Familia tienen una enorme fuerza escultórica, la virgen alza al niño como si fuera una victoria. Son la representación del Cristianismo. Detrás una serie de desnudos representan al mundo pagano esperando la salvación. Como nexo entre los dos mundos, la figura de San Juan Bautista, en el muro, anunciando la venida de Cristo.
En 1503 Julio II será el nuevo pontífice. En 1508 le encarga pintar la Bóveda de la Capilla Sixtina, cuyas paredes habían sido decoradas por maestros del Quattrocento. Si hemos de creer a Vasari, Miguel Ángel pintaría en solitario la bóveda durante cuatro años cubriendo una superficie de más de 10.000 metros cuadrados. En este extenso programa iconográfico recoge la historia de la salvación desde la creación del mundo y del hombre. Simula en la bóveda elementos arquitectónicos que le sirven como marcos para las diferentes escenas. En la entrada coloca las escenas relativas a Moisés y a Noé. En los lunetos realiza las figuras de las sibilas y los profetas que aluden a la venida de Cristo: los profetas anuncian su venida y las sibilas ven el futuro en el mundo pagano. Los ignudi, los jóvenes desnudos fingen sobresalir del muro , despegarse de la arquitectura entre las diversas escenas. Según avanza va simplificando las composiciones para ser más claro desde el punto de vista narrativo. Tras pintar las escenas del Diluvio, representa, inspirado en Massacio, la Expulsión del Paraíso. No hay perspectiva ni atmósfera, los cuerpos destacan con una enorme presencia, se despegan del fondo, con fuertes contornos, escorzos acentuados, colores intensos y contrastados.



Toda la fuerza dramática del conjunto queda condensada en la escena de La creación de Adán. Aquí Dios ya no modela con sus manos el cuerpo del hombre. En su concepción neoplatónica del mundo Miguel Ángel concibe la escena confiriéndole a Dios una fuerza creadora puramente espiritual, fuerza que a través del gesto de su mano, con unos dedos que no llegan a rozarse, parece contagiar al inerte cuerpo de Adán. Las dos manos concentran toda la vitalidad, Dios en marcado escorzo, insufla vida . Adán parece estar respondiendo a ese impulso.

Tras el éxito de esta obra, Miguel Ángel vuelve a ser llamado en 1536 para concluir la Capilla Sixtina con la realización del fresco del Juicio Final, en el altar mayor.  En estos años Miguel Ángel ha visto la decadencia de Roma tras el Sacco, la ruptura de la Iglesia y viene convencido de la necesidad de una reforma. El nuevo papa, Paulo III ya no es humanista. El fresco lo realiza bajo la influencia de la Contrarreforma en ciernes. Prescinde de la iconografía medieval que separaba el mundo de los elegidos y el de los condenados. 


Esta obra marca el fin de la convivencia entre Antigüedad y cristianismo. 
Centra la atención en la figura de Cristo como un dios Apolo, terrible
y justiciero. No hay perspectiva, la agitación impera por todas partes. Al implacable gesto del brazo derecho de Cristo, bajo el que parece refugiarse María, unos personajes, los elegidos, luchan por ascender al mundo de los cielos, mientras que a su izquierda otros pelean por no precipitarse sobre la barca de Caronte, en gestos desesperados que no pueden evitar la condena eterna. Todo fluye en un violento movimiento espiral presagiando ya el barroco






PICASSO

Es inclasificable porque asume y reinterpreta las vanguardias. Antes de inventar el Cubismo pasa por varias etapas: Realista, Postimpres...